La Celula - Todo lo que Necisitas Saber
Para otros usos de este término, véase Célula
(desambiguación).
Micrografía al microscopio electrónico de
barrido de células de Escherichia coli.
La célula (del latín cellula,
diminutivo de cella, ‘hueco’) es
la unidad morfológica y funcional de todo ser
vivo. De hecho, la célula es el elemento de menor tamaño que puede considerarse
vivo. De este modo, puede clasificarse a los organismos vivos
según el número de células que posean: si solo tienen una, se les
denomina unicelulares (como pueden ser los protozoos o
las bacterias, organismos microscópicos); si poseen más, se les
llama pluricelulares. En estos últimos el número de células es variable:
de unos pocos cientos, como en algunos nematodos, a cientos de billones (10),
como en el caso del ser humano. Las células suelen poseer un tamaño de
10 µm y una masa de 1 ng, si bien existen células muchos
mayores.
La teoría
celular, propuesta en 1838 para los vegetales y
en 1839 para los animales, por Matthias Jakob
Schleiden y Theodor Schwann, postula que todos los organismos están
compuestos por células, y que todas las células derivan de otras precedentes.
De este modo, todas las funciones vitales emanan de la maquinaria
celular y de la interacción entre células adyacentes; además, la tenencia de
la información genética, base de la herencia, en
su ADN permite la transmisión de aquella de generación en generación
La aparición del
primer organismo vivo sobre la Tierra suele asociarse al
nacimiento de la primera célula. Si bien existen muchas hipótesis que especulan
cómo ocurrió, usualmente se describe que el proceso se inició gracias a la
transformación de moléculas inorgánicas en orgánicas bajo unas condiciones
ambientales adecuadas; tras esto, dichas biomoléculas se asociaron
dando lugar a entes complejos capaces de autorreplicarse. Existen posibles
evidencias fósiles de estructuras celulares en rocas datadas en torno
a 4 o 3,5 miles de millones de años (giga-años o Ga.). Se han encontrado
evidencias muy fuertes de formas de vida unicelulares fosilizadas en
microestructuras en rocas de la formación Strelley Pool,
en Australia Occidental, con una antigüedad de 3,4 Ga. Se trataría de
los fósiles de células más antiguos encontrados hasta la fecha.
Evidencias adicionales muestran que su metabolismo sería anaerobio y
basado en el sulfuro.
Índice
·
1Tipos celulares
·
2Historia y teoría celular
o
2.1Descubrimiento
o
2.2Teoría celular
o
2.3Definición
·
3Características
o
3.1Características estructurales
o
3.2Características funcionales
o
3.3Tamaño, forma y función
·
4Estudio de las células
·
5La célula procariota
o
5.1Arqueas
o
5.2Bacterias
·
6La célula eucariota
o
6.1Compartimentos
§
6.1.1Membrana plasmática y superficie celular
§
6.1.2Estructura y expresión génica
§
6.1.3Síntesis y degradación de macromoléculas
§
6.1.4Conversión energética
§
6.1.5Citoesqueleto
o
6.2Ciclo vital
·
7Origen
·
8Véase también
·
9Notas
·
10Referencias
·
11Bibliografía
·
12Enlaces externos
Tipos celulares
Existen dos grandes
tipos celulares:
·
Procariotas que comprenden las células
de arqueas y bacterias.
·
Eucariotas, divididas tradicionalmente
en animales y vegetales, si bien se incluyen
además hongos y protistas.
Historia y teoría
celular
La historia de
la biología celular ha estado ligada al desarrollo
tecnológico que pudiera sustentar su estudio. De este modo, el primer
acercamiento a su morfología se inicia con la popularización
del microscopio rudimentario de lentes compuestas en
el siglo XVII, se suplementa con diversas técnicas
histológicas para microscopía óptica en los siglos XIX y XX y
alcanza un mayor nivel resolutivo mediante los estudios de microscopía
electrónica, de fluorescencia y confocal, entre otros, ya en el
siglo XX. El desarrollo de herramientas moleculares, basadas en el manejo
de ácidos nucleicos y enzimas permitieron un análisis más
exhaustivo a lo largo del siglo XX.
Descubrimiento
Robert Hooke, quien acuñó el término «célula».
Las primeras
aproximaciones al estudio de la célula surgieron en el siglo
XVII; tras el desarrollo a finales del siglo XVI de los primeros
microscopios. Estos permitieron realizar numerosas observaciones, que
condujeron en apenas doscientos años a un
conocimiento morfológico relativamente aceptable. A continuación se
enumera una breve cronología de tales descubrimientos:
·
1665: Robert Hooke publicó los resultados de
sus observaciones sobre tejidos vegetales, como el corcho, realizadas
con un microscopio de 50 aumentos construido por él mismo. Este
investigador fue el primero que, al ver en esos tejidos unidades que se
repetían a modo de celdillas de un panal, las bautizó como elementos de repetición,
«células» (del latín cellulae, celdillas). Pero Hooke solo
pudo observar células muertas por lo que no pudo describir las estructuras de
su interior.
·
Década de 1670: Anton van
Leeuwenhoek observó diversas células eucariotas
(como protozoos y espermatozoides) y procariotas (bacterias).
·
1745: John Needham describió la presencia de
«animálculos» o «infusorios»; se trataba de organismos unicelulares.
Dibujo de la estructura del corcho observado
por Robert Hooke bajo su microscopio y tal como aparece publicado
en Micrographia.
·
Década de 1830: Theodor Schwann estudió
la célula animal; junto con Matthias Schleiden postularon que
las células son las unidades elementales en la formación de las plantas y
animales, y que son la base fundamental del proceso vital.
·
1831: Robert Brown describió el núcleo
celular.
·
1839: Purkinje observó
el citoplasma celular.
·
1857: Kölliker identificó
las mitocondrias.
·
1858: Rudolf Virchow postuló que todas las
células provienen de otras células.
·
1860: Pasteur realizó multitud de estudios
sobre el metabolismo de levaduras y sobre la asepsia.
·
1880: August Weismann descubrió que las
células actuales comparten similitud
estructural y molecular con células de tiempos remotos.
·
1931: Ernst Ruska construyó el
primer microscopio electrónico de transmisión en la Universidad
de Berlín. Cuatro años más tarde, obtuvo una resolución óptica doble
a la del microscopio óptico.
·
1981: Lynn Margulis publica su hipótesis
sobre la endosimbiosis serial, que explica el origen de la célula
eucariota.
Teoría
celular
Teoría celular
El concepto de célula
como unidad anatómica y funcional de los organismos surgió entre los
años 1830 y 1880, aunque fue en el siglo XVII cuando Robert
Hooke describió por vez primera la existencia de las mismas, al observar
en una preparación vegetal la presencia de una estructura organizada que
derivaba de la arquitectura de las paredes celulares vegetales.
En 1830 se disponía ya de microscopios con una óptica más avanzada,
lo que permitió a investigadores como Theodor Schwann y Matthias
Schleiden definir los postulados de la teoría celular, la cual
afirma, entre otras cosas:
·
Que la célula es una unidad morfológica de todo ser
vivo: es decir, que en los seres vivos todo está formado por células o por sus
productos de secreción.
·
Este primer postulado sería completado por Rudolf
Virchow con la afirmación Omnis cellula ex cellula, la cual
indica que toda célula deriva de una célula precedente (biogénesis). En otras
palabras, este postulado constituye la refutación de la teoría de generación
espontánea o ex novo, que hipotetizaba la posibilidad de que se
generara vida a partir de elementos inanimados.
·
Un tercer postulado de la teoría celular indica que
las funciones vitales de los organismos ocurren dentro de las
células, o en su entorno inmediato, y son controladas por sustancias que ellas
secretan. Cada célula es un sistema abierto, que
intercambia materia y energía con su medio. En una
célula ocurren todas las funciones vitales, de manera que basta una sola de
ellas para que haya un ser vivo (que será un individuo unicelular). Así pues,
la célula es la unidad fisiológica de la vida.
·
El cuarto postulado expresa que cada célula contiene
toda la información hereditaria necesaria para el control de su
propio ciclo y del desarrollo y el funcionamiento de un organismo de
su especie, así como para la transmisión de esa información a la siguiente
generación celular.
Definición
Se define a la célula
como la unidad morfológica y funcional de todo ser vivo. De
hecho, la célula es el elemento de menor tamaño que puede considerarse vivo.
Como tal posee una membrana de fosfolípidos con
permeabilidad selectiva que mantiene un medio interno altamente
ordenado y diferenciado del medio externo en cuanto a su composición,
sujeta a control homeostático, la cual consiste
en biomoléculas y algunos metales y electrolitos. La
estructura se automantiene activamente mediante el metabolismo,
asegurándose la coordinación de todos los elementos celulares y su perpetuación
por replicación a través de un genoma codificado
por ácidos nucleicos. La parte de la biología que se ocupa de
ella es la citología.
Características
Las células, como
sistemas termodinámicos complejos, poseen una serie de elementos
estructurales y funcionales comunes que posibilitan su supervivencia; no
obstante, los distintos tipos celulares presentan modificaciones de estas
características comunes que permiten su especialización funcional y, por ello,
la ganancia de complejidad. De este modo, las células permanecen
altamente organizadas a costa de incrementar la entropía del entorno,
uno de los requisitos de la vida.
Características
estructurales
La existencia de polímeros como
la celulosa en la pared vegetal permite sustentar la
estructura celular empleando un armazón externo.
·
Individualidad: Todas las células están rodeadas de
una envoltura (que puede ser una bicapa lipídica desnuda, en células
animales; una pared de polisacárido, en hongos y vegetales;
una membrana externa y otros elementos que definen una pared
compleja, en bacterias Gram negativas; una pared de peptidoglicano,
en bacterias Gram positivas; o una pared de variada composición,
en arqueas) que las separa y comunica con el exterior, que controla
los movimientos celulares y que mantiene el potencial de membrana.
·
Contienen un medio interno acuoso, el citosol,
que forma la mayor parte del volumen celular y en el que están inmersos
los orgánulos celulares.
·
Poseen material genético en forma de ADN, el
material hereditario de los genes, que contiene las instrucciones para el
funcionamiento celular, así como ARN, a fin de que el primero se exprese.
·
Tienen enzimas y otras proteínas, que
sustentan, junto con otras biomoléculas, un metabolismo activo.
Características
funcionales
Estructura tridimensional de una enzima, un tipo
de proteínas implicadas en el metabolismo celular.
Las células vivas son
un sistema bioquímico complejo. Las características que permiten diferenciar
las células de los sistemas químicos no vivos son:
·
Nutrición. Las células toman sustancias del medio, las
transforman de una forma a otra, liberan energía y eliminan productos
de desecho, mediante el metabolismo.
·
Crecimiento y multiplicación. Las células
son capaces de dirigir su propia síntesis. A consecuencia de los procesos
nutricionales, una célula crece y se divide, formando dos células, en una
célula idéntica a la célula original, mediante la división celular.
·
Diferenciación. Muchas células pueden sufrir cambios
de forma o función en un proceso llamado diferenciación celular. Cuando
una célula se diferencia, se forman algunas sustancias o estructuras que no
estaban previamente formadas y otras que lo estaban dejan de formarse. La
diferenciación es a menudo parte del ciclo celular en que las células
forman estructuras especializadas relacionadas con la reproducción, la dispersión
o la supervivencia.
·
Señalización. Las células responden a estímulos
químicos y físicos tanto del medio externo como de su interior y, en el caso de
células móviles, hacia determinados estímulos ambientales o en dirección
opuesta mediante un proceso que se denomina quimiotaxis. Además,
frecuentemente las células pueden interaccionar o comunicar con otras células,
generalmente por medio de señales o mensajeros químicos,
como hormonas, neurotransmisores, factores de crecimiento... en
seres pluricelulares en complicados procesos de comunicación
celular y transducción de señales.
·
Evolución. A diferencia de las estructuras inanimadas,
los organismos unicelulares y pluricelulares evolucionan. Esto significa
que hay cambios hereditarios (que ocurren a baja frecuencia en todas las
células de modo regular) que pueden influir en la adaptación global de la
célula o del organismo superior de modo positivo o negativo. El resultado de la
evolución es la selección de aquellos organismos mejor adaptados a vivir en un
medio particular.
Las propiedades
celulares no tienen por qué ser constantes a lo largo
del desarrollo de un organismo: evidentemente, el patrón de expresión
de los genes varía en respuesta a estímulos externos, además de factores
endógenos. Un aspecto importante a controlar es
la pluripotencialidad, característica de algunas células que les permite
dirigir su desarrollo hacia un abanico de posibles tipos celulares.
En metazoos, la genética subyacente a la determinación del
destino de una célula consiste en la expresión de determinados factores de
transcripción específicos del linaje celular al cual va a
pertenecer, así como a modificaciones epigenéticas. Además, la
introducción de otro tipo de factores de transcripción mediante ingeniería
genética en células somáticas basta para inducir la mencionada
pluripotencialidad, luego este es uno de sus fundamentos moleculares.
Tamaño,
forma y función
Comparativa de tamaño entre neutrófilos, células
sanguíneas eucariotas (de mayor tamaño), y bacterias Bacillus anthracis,
procariotas (de menor tamaño, con forma de bastón).
El tamaño y la forma
de las células depende de sus elementos más periféricos (por ejemplo, la pared,
si la hubiere) y de su andamiaje interno (es decir, el citoesqueleto). Además,
la competencia por el espacio tisular provoca una morfología característica:
por ejemplo, las células vegetales, poliédricas in vivo,
tienden a ser esféricas in vitro. Incluso pueden existir
parámetros químicos sencillos, como los gradientes de concentración de
una sal, que determinen la aparición de una forma compleja. En
cuanto al tamaño, la mayoría de las células son microscópicas, es decir,
no son observables a simple vista. A pesar de ser muy pequeñas (un milímetro
cúbico de sangre puede contener unos cinco millones de células), el tamaño
de las células es extremadamente variable. La célula más pequeña observada, en
condiciones normales, corresponde a Mycoplasma genitalium, de 0,2
μm, encontrándose cerca del límite teórico de 0,17 μm. Existen bacterias
con 1 y 2 μm de longitud. Las células humanas son muy
variables: hematíes de 7 micras, hepatocitos con 20
micras, espermatozoides de 53 μm, óvulos de 150 μm e,
incluso, algunas neuronas de en torno a un metro. En las células
vegetales los granos de polen pueden llegar a medir de 200 a 300 μm y
algunos huevos de aves pueden alcanzar entre 1 (codorniz) y 7 cm
(avestruz) de diámetro. Para la viabilidad de la célula y su correcto
funcionamiento siempre se debe tener en cuenta la relación
superficie-volumen. Puede aumentar considerablemente el volumen de
la célula y no así su superficie de intercambio de membrana lo que dificultaría
el nivel y regulación de los intercambios de sustancias vitales para la célula.
Respecto de su forma,
las células presentan una gran variabilidad, e, incluso, algunas no la poseen
bien definida o permanente. Pueden ser: fusiformes (forma de huso),
estrelladas, prismáticas, aplanadas, elípticas, globosas o redondeadas, etc.
Algunas tienen una pared rígida y otras no, lo que les permite deformar la membrana
y emitir prolongaciones citoplasmáticas (pseudópodos) para desplazarse o
conseguir alimento. Hay células libres que no muestran esas estructuras de
desplazamiento pero poseen cilios o flagelos, que son
estructuras derivadas de un orgánulo celular (el centrosoma) que dota a estas
células de movimiento. De este modo, existen multitud de tipos celulares,
relacionados con la función que desempeñan; por ejemplo:
·
Células contráctiles que suelen ser alargadas, como
las fibras musculares.
·
Células con finas prolongaciones, como
las neuronas que transmiten el impulso nervioso.
·
Células con microvellosidades o con
pliegues, como las del intestino para ampliar la superficie de
contacto y de intercambio de sustancias.
·
Células cúbicas, prismáticas o aplanadas como las epiteliales que
recubren superficies como las losas de un pavimento.
Estudio de las
células
Los biólogos utilizan
diversos instrumentos para lograr el conocimiento de las células. Obtienen
información de sus formas, tamaños y componentes, que les sirve para comprender
además las funciones que en ellas se realizan. Desde las primeras observaciones
de células, hace más de 300 años, hasta la época actual, las técnicas y los
aparatos se han ido perfeccionando, originándose una rama más de la Biología:
la Microscopía. Dado el pequeño tamaño de la gran mayoría de las células,
el uso del microscopio es de enorme valor en la investigación
biológica. En la actualidad, los biólogos utilizan dos tipos básicos de
microscopio: los ópticos y los electrónicos.
La célula procariota
Célula procariota
Las células
procariotas son pequeñas y menos complejas que las eucariotas.
Contienen ribosomas pero carecen de sistemas de
endomembranas (esto es, orgánulos delimitados por membranas
biológicas, como puede ser el núcleo celular). Por ello poseen el material
genético en el citosol. Sin embargo, existen excepciones: algunas
bacterias fotosintéticas poseen sistemas de membranas internos. También en
el Filo Planctomycetes existen organismos como Pirellula que
rodean su material genético mediante una membrana intracitoplasmática y Gemmata
obscuriglobus que lo rodea con doble membrana. Esta última posee
además otros compartimentos internos de membrana, posiblemente conectados con
la membrana externa del nucleoide y con la membrana plasmática, que no está
asociada a peptidoglucano. Estudios realizados en 2017, demuestran otra
particularidad de Gemmata: presenta estructuras similares al poro nuclear, en
la membrana que rodea su cuerpo nuclear.
Por lo general podría decirse que los procariotas carecen de citoesqueleto. Sin embargo se ha observado que algunas bacterias, como Bacillus subtilis, poseen proteínas tales como MreB y mbl que actúan de un modo similar a la actina y son importantes en la morfología celular. Fusinita van den Ent, en Nature, va más allá, afirmando que los citoesqueletos de actina y tubulina tienen origen procariótico.
Por lo general podría decirse que los procariotas carecen de citoesqueleto. Sin embargo se ha observado que algunas bacterias, como Bacillus subtilis, poseen proteínas tales como MreB y mbl que actúan de un modo similar a la actina y son importantes en la morfología celular. Fusinita van den Ent, en Nature, va más allá, afirmando que los citoesqueletos de actina y tubulina tienen origen procariótico.
De gran diversidad,
los procariotas sustentan un metabolismo extraordinariamente complejo, en algunos
casos exclusivos de ciertos taxa, como algunos grupos de bacterias,
lo que incide en su versatilidad ecológica. Los procariotas se
clasifican, según Carl Woese, en arqueas y bacterias.
Arqueas
Arquea
Estructura bioquímica de la membrana de
arqueas (arriba) comparada con la de bacterias y eucariotas (en medio): nótese
la presencia de enlaces éter (2) en sustitución del tipo éster (6) en
los fosfolípidos.
Las arqueas poseen
un diámetro celular comprendido entre 0,1 y 15 μm, aunque las formas
filamentosas pueden ser mayores por agregación de células. Presentan multitud
de formas distintas: incluso las hay descritas cuadradas y planas. Algunas
arqueas tienen flagelos y son móviles.
Las arqueas, al igual
que las bacterias, no tienen membranas internas que delimiten orgánulos.
Como todos los organismos presentan ribosomas, pero a diferencia de los
encontrados en las bacterias que son sensibles a ciertos agentes
antimicrobianos, los de las arqueas, más cercanos a los eucariotas, no lo son.
La membrana celular tiene una estructura similar a la de las demás
células, pero su composición química es única, con enlaces tipo
éter en sus lípidos. Casi todas las arqueas poseen
una pared celular (algunos Thermoplasma son la
excepción) de composición característica, por ejemplo, no
contienen peptidoglicano (mureína), propio de bacterias. No obstante
pueden clasificarse bajo la tinción de Gram, de vital importancia en la
taxonomía de bacterias; sin embargo, en arqueas, poseedoras de una estructura
de pared en absoluto común a la bacteriana, dicha tinción es aplicable pero
carece de valor taxonómico. El orden Methanobacteriales tiene una
capa de pseudomureína, que provoca que dichas arqueas respondan como
positivas a la tinción de Gram.
Como en casi todos
los procariotas, las células de las arqueas carecen de núcleo, y presentan un
solo cromosoma circular. Existen elementos extracromosómicos, tales
como plásmidos. Sus genomas son de pequeño tamaño, sobre 2-4
millones de pares de bases. También es característica la presencia de ARN
polimerasas de constitución compleja y un gran número
de nucleótidos modificados en los ácidos ribonucleicos
ribosomales. Por otra parte, su ADN se empaqueta en forma de nucleosomas,
como en los eucariotas, gracias a proteínas semejantes a
las histonas y algunos genes poseen intrones.36 Pueden
reproducirse por fisión binaria o múltiple, fragmentación
o gemación.
Bacterias
Bacteria
Estructura de la célula procariota.
Las bacterias son
organismos relativamente sencillos, de dimensiones muy reducidas, de apenas
unas micras en la mayoría de los casos. Como otros procariotas,
carecen de un núcleo delimitado por una membrana, aunque presentan
un nucleoide, una estructura elemental que contiene una gran molécula
generalmente circular de ADN. Carecen de núcleo celular y
demás orgánulos delimitados por membranas biológicas. En el citoplasma se
pueden apreciar plásmidos, pequeñas moléculas circulares de ADN que coexisten
con el nucleoide y que contienen genes: son comúnmente usados por las
bacterias en la parasexualidad (reproducción sexual bacteriana).
El citoplasma también contiene ribosomas y diversos tipos de
gránulos. En algunos casos, puede haber estructuras compuestas por membranas,
generalmente relacionadas con la fotosíntesis.
Poseen
una membrana celular compuesta de lípidos, en forma de
una bicapa y sobre ella se encuentra una cubierta en la que existe
un polisacárido complejo denominado peptidoglicano; dependiendo
de su estructura y subsecuente su respuesta a la tinción de Gram,
se clasifica a las bacterias en Gram positivas y Gram
negativas. El espacio comprendido entre la membrana celular y la pared celular
(o la membrana externa, si esta existe) se denomina espacio periplásmico.
Algunas bacterias presentan una cápsula. Otras son capaces de
generar endosporas (estadios latentes capaces de resistir condiciones
extremas) en algún momento de su ciclo vital. Entre las formaciones
exteriores propias de la célula bacteriana destacan los flagelos (de
estructura completamente distinta a la de los flagelos eucariotas) y
los pili (estructuras de adherencia y relacionadas con la
parasexualidad).
La mayoría de las
bacterias disponen de un único cromosoma circular y suelen poseer elementos
genéticos adicionales, como distintos tipos de plásmidos. Su reproducción,
binaria y muy eficiente en el tiempo, permite la rápida expansión de sus
poblaciones, generándose un gran número de células que son
virtualmente clones, esto es, idénticas entre sí.
La célula eucariota
Célula eucariota
Las células
eucariotas son el exponente de la complejidad celular actual. Presentan
una estructura básica relativamente estable caracterizada por la presencia de
distintos tipos de orgánulos intracitoplasmáticos especializados,
entre los cuales destaca el núcleo, que alberga el material genético.
Especialmente en los organismos pluricelulares, las células pueden alcanzar un
alto grado de especialización. Dicha especialización o diferenciación es tal
que, en algunos casos, compromete la propia viabilidad del tipo celular en
aislamiento. Así, por ejemplo, las neuronas dependen para su
supervivencia de las células gliales. Por otro lado, la estructura de
la célula varía dependiendo de la situación taxonómica del ser vivo:
de este modo, las células vegetales difieren de las animales, así como de las
de los hongos. Por ejemplo, las células animales carecen de pared celular,
son muy variables, no tiene plastos, puede tener vacuolas pero
no son muy grandes y presentan centríolos (que son agregados
de microtúbulos cilíndricos que contribuyen a la formación de
los cilios y los flagelos y facilitan la división
celular). Las células de los vegetales, por su lado, presentan una pared celular
compuesta principalmente de celulosa, disponen de plastos
como cloroplastos (orgánulo capaz de realizar la
fotosíntesis), cromoplastos (orgánulos que acumulan pigmentos)
o leucoplastos (orgánulos que acumulan el almidón fabricado en la
fotosíntesis), poseen vacuolas de gran tamaño que acumulan sustancias
de reserva o de desecho producidas por la célula y finalmente cuentan también
con plasmodesmos, que son conexiones citoplasmáticas que permiten la
circulación directa de las sustancias del citoplasma de una célula a otra, con
continuidad de sus membranas plasmáticas.
Diagrama de una célula animal. (1. Nucléolo,
2. Núcleo, 3. Ribosoma, 4. Vesícula, 5. Retículo
endoplasmático rugoso, 6. Aparato de Golgi,
7. Citoesqueleto (microtúbulos), 8. Retículo endoplasmático
liso, 9. Mitocondria, 10. Vacuola, 11. Citoplasma,
12. Lisosoma. 13. Centríolos.).
Diagrama de una célula vegetal
Compartimentos
Las células son entes
dinámicos, con un metabolismo celular interno de gran actividad cuya
estructura es un flujo entre rutas anastomosadas. Un fenómeno observado
en todos los tipos celulares es la compartimentalización, que consiste en una
heterogeneidad que da lugar a entornos más o menos definidos (rodeados o no
mediante membranas biológicas) en las cuales existe un microentorno que
aglutina a los elementos implicados en una ruta biológica. Esta
compartimentalización alcanza su máximo exponente en las células eucariotas,
las cuales están formadas por diferentes estructuras y orgánulos que
desarrollan funciones específicas, lo que supone un método de especialización
espacial y temporal. No obstante, células más sencillas, como los
procariotas, ya poseen especializaciones semejantes.
Membrana
plasmática y superficie celular
Membrana plasmática
La composición de la
membrana plasmática varía entre células dependiendo de la función o del tejido
en la que se encuentre, pero posee elementos comunes. Está compuesta por una
doble capa de fosfolípidos, por proteínas unidas no
covalentemente a esa bicapa, y por glúcidos unidos covalentemente a lípidos o
proteínas. Generalmente, las moléculas más numerosas son las de lípidos; sin
embargo, las proteínas, debido a su mayor masa molecular, representan
aproximadamente el 50 % de la masa de la membrana.
Un modelo que explica
el funcionamiento de la membrana plasmática es el modelo del mosaico
fluido, de J. S. Singer y Garth Nicolson (1972), que
desarrolla un concepto de unidad termodinámica basada en las interacciones
hidrófobas entre moléculas y otro tipo de enlaces no covalentes.
Esquema de una membrana celular. Se observa la
bicapa de fosfolípidos, las proteínas y otras moléculas asociadas que permiten
las funciones inherentes a este orgánulo.
Dicha estructura de
membrana sustenta un complejo mecanismo de transporte, que posibilita un
fluido intercambio de masa y energía entre el entorno
intracelular y el externo.40 Además, la posibilidad de
transporte e interacción entre moléculas de células aledañas o de una célula
con su entorno faculta a estas poder comunicarse químicamente, esto es, permite
la señalización
celular. Neurotransmisores, hormonas, mediadores químicos
locales afectan a células concretas modificando el patrón
de expresión génica mediante mecanismos de transducción de
señal.
Sobre la bicapa
lipídica, independientemente de la presencia o no de una pared celular, existe
una matriz que puede variar, de poco conspicua, como en los epitelios, a
muy extensa, como en el tejido conjuntivo. Dicha matriz, denominada glucocalix (glicocáliz),
rica en líquido
tisular, glucoproteínas, proteoglicanos y fibras, también
interviene en la generación de estructuras y funciones emergentes, derivadas de
las interacciones célula-célula.13
Estructura
y expresión génica
Expresión génica
El ADN y sus distintos niveles de
empaquetamiento.
Las células eucariotas
poseen su material genético en, generalmente, un solo núcleo celular,
delimitado por una envoltura consistente en dos bicapas
lipídicas atravesadas por numerosos poros nucleares y en
continuidad con el retículo endoplasmático. En su interior, se encuentra
el material genético, el ADN, observable, en las células
en interfase, como cromatina de distribución heterogénea. A esta
cromatina se encuentran asociadas multitud de proteínas, entre las cuales
destacan las histonas, así como ARN, otro ácido nucleico.
Dicho material
genético se encuentra inmerso en una actividad continua de regulación de
la expresión génica; las ARN polimerasas transcriben ARN
mensajero continuamente, que, exportado al citosol, es traducido
a proteína, de acuerdo a las necesidades fisiológicas. Asimismo,
dependiendo del momento del ciclo celular, dicho ADN puede entrar
en replicación, como paso previo a la mitosis. No obstante, las
células eucarióticas poseen material genético extranuclear: concretamente, en mitocondrias y plastos,
si los hubiere; estos orgánulos conservan una independencia genética parcial
del genoma nuclear.
Síntesis
y degradación de macromoléculas
Dentro
del citosol, esto es, la matriz acuosa que alberga a los orgánulos y demás
estructuras celulares, se encuentran inmersos multitud de tipos de maquinaria
de metabolismo celular: orgánulos, inclusiones, elementos
del citoesqueleto, enzimas... De hecho, estas últimas corresponden al
20 % de las enzimas totales de la célula.
Estructura de los ribosomas; 1) subunidad mayor, 2)
subunidad menor.
Imagen de un núcleo, el retículo endoplasmático y
el aparato de Golgi; 1, Núcleo. 2, Poro nuclear.3, Retículo endoplasmático
rugoso (REr).4, Retículo endoplasmático liso (REl). 5, Ribosoma en el RE
rugoso. 6, Proteínas siendo transportadas.7, Vesícula (transporte). 8, Aparato
de Golgi. 9, Lado cis del aparato de Golgi.10, Lado trans del
aparato de Golgi.11, Cisternas del aparato de Golgi.
·
Ribosoma: Los ribosomas, visibles al microscopio
electrónico como partículas esféricas, son complejos
supramoleculares encargados de ensamblar proteínas a partir de la
información genética que les llega del ADN transcrita en forma
de ARN mensajero. Elaborados en el núcleo, desempeñan su función de
síntesis de proteínas en el citoplasma. Están formados por ARN
ribosómico y por diversos tipos de proteínas. Estructuralmente, tienen dos
subunidades. En las células, estos orgánulos aparecen en diferentes estados
de disociación. Cuando están completos, pueden estar aislados o formando
grupos (polisomas). También pueden aparecer asociados al retículo
endoplasmático rugoso o a la envoltura nuclear.
·
Retículo endoplasmático: El retículo endoplasmático es
orgánulo vesicular interconectado que forma cisternas, tubos aplanados y
sáculos comunicados entre sí. Intervienen en funciones relacionadas con
la síntesis proteica, glicosilación de
proteínas, metabolismo de lípidos y
algunos esteroides, detoxificación, así como el tráfico de
vesículas. En células especializadas, como las miofibrillas o células
musculares, se diferencia en el retículo sarcoplásmico, orgánulo decisivo
para que se produzca la contracción muscular.
·
Aparato de Golgi: El aparato de Golgi es un orgánulo
formado por apilamientos de sáculos denominados dictiosomas, si bien, como
ente dinámico, estos pueden interpretarse como estructuras puntuales fruto de
la coalescencia de vesículas. Recibe las vesículas del retículo
endoplasmático rugoso que han de seguir siendo procesadas. Dentro de las
funciones que posee el aparato de Golgi se encuentran
la glicosilación de proteínas, selección, destinación,
glicosilación de lípidos y la síntesis de polisacáridos de
la matriz extracelular. Posee tres compartimientos; uno proximal al retículo
endoplasmático, denominado «compartimento cis», donde se produce la
fosforilación de las manosas de las enzimas que han de dirigirse
al lisosoma; el «compartimento intermedio», con
abundantes manosidasas y N-acetil-glucosamina transferasas;
y el «compartimento o red trans», el más distal, donde se
transfieren residuos de galactosa y ácido siálico, y del que
emergen las vesículas con los diversos destinos celulares.
·
Lisosoma: Los lisosomas son orgánulos que
albergan multitud de enzimas hidrolíticas. De morfología muy variable, no se ha
demostrado su existencia en células vegetales.13 Una
característica que agrupa a todos los lisosomas es la posesión
de hidrolasas
ácidas: proteasas, nucleasas, glucosidasas, lisozima, arilsulfatasas, lipasas, fosfolipasas y fosfatasas.
Procede de la fusión de vesículas procedentes del aparato de Golgi, que, a su
vez, se fusionan en un tipo de orgánulo denominado endosoma temprano,
el cual, al acidificarse y ganar en enzimas hidrolíticos, pasa a convertirse en
el lisosoma funcional. Sus funciones abarcan desde la degradación de macromoléculas
endógenas o procedentes de la fagocitosis a la intervención en
procesos de apoptosis.
La vacuola regula el estado de turgencia de la célula
vegetal.
·
Vacuola vegetal: Las vacuolas vegetales, numerosas y
pequeñas en células meristemáticas y escasas y grandes en células
diferenciadas, son orgánulos exclusivos de los representantes del mundo
vegetal. Inmersas en el citosol, están delimitadas por el tonoplasto,
una membrana lipídica. Sus funciones son: facilitar el intercambio con el
medio externo, mantener la turgencia celular, la digestión celular y
la acumulación de sustancias de reserva y subproductos del metabolismo.
·
Inclusión citoplasmática: Las inclusiones son acúmulos
nunca delimitados por membrana de sustancias de diversa índole, tanto en
células vegetales como animales. Típicamente se trata de sustancias de reserva
que se conservan como acervo
metabólico: almidón, glucógeno, triglicéridos, proteínas...
aunque también existen de pigmentos.13
Conversión
energética
El metabolismo celular
está basado en la transformación de unas sustancias químicas,
denominadas metabolitos, en otras; dichas reacciones químicas
transcurren catalizadas mediante enzimas. Si bien buena parte
del metabolismo sucede en el citosol, como la glucólisis, existen procesos
específicos de orgánulos.
Modelo de una mitocondria: 1, membrana interna; 2,
membrana externa; 3, cresta mitocondrial; 4, matriz mitocondrial.
·
Mitocondria: Las mitocondrias son orgánulos de
aspecto, número y tamaño variable que intervienen en el ciclo de
Krebs, fosforilación oxidativa y en la cadena de transporte de
electrones de la respiración. Presentan una doble membrana, externa e
interna, que dejan entre ellas un espacio perimitocondrial; la membrana
interna, plegada en crestas hacia el interior de la matriz mitocondrial,
posee una gran superficie. En su interior posee generalmente una sola molécula
de ADN, el genoma mitocondrial, típicamente circular, así como ribosomas
más semejantes a los bacterianos que a los eucariotas. Según
la teoría endosimbiótica, se asume que la primera protomitocondria era un
tipo de proteobacteria.
Estructura de un cloroplasto.
·
Cloroplasto: Los cloroplastos son los orgánulos
celulares que en los organismos eucariotas fotosintéticos se ocupan de
la fotosíntesis. Están limitados por una envoltura formada por dos
membranas concéntricas y contienen vesículas, los tilacoides, donde se
encuentran organizados los pigmentos y demás moléculas implicadas en la
conversión de la energía lumínica en energía química. Además de esta función,
los plastidios intervienen en el metabolismo intermedio, produciendo energía y
poder reductor, sintetizando bases púricas y pirimidínicas,
algunos aminoácidos y todos los ácidos grasos. Además, en su
interior es común la acumulación de sustancias de reserva, como
el almidón. Se considera que poseen analogía con
las cianobacterias.
Modelo de la estructura de un peroxisoma.
·
Peroxisoma: Los peroxisomas son orgánulos muy comunes
en forma de vesículas que contienen abundantes enzimas de tipo oxidasa y catalasa;
de tan abundantes, es común que cristalicen en su interior. Estas enzimas
cumplen funciones de detoxificación celular. Otras funciones de los
peroxisomas son: las oxidaciones flavínicas generales, el catabolismo de las purinas,
la beta-oxidación de los ácidos grasos, el ciclo del glioxilato, el
metabolismo del ácido glicólico y la detoxificación en general. Se
forman de vesículas procedentes del retículo endoplasmático.
Citoesqueleto
Citoesqueleto
Las células poseen un
andamiaje que permite el mantenimiento de su forma y estructura, pero más aún,
este es un sistema dinámico que interactúa con el resto de componentes
celulares generando un alto grado de orden interno. Dicho andamiaje está
formado por una serie de proteínas que se agrupan dando lugar a estructuras
filamentosas que, mediante otras proteínas, interactúan entre ellas dando lugar
a una especie de retículo. El mencionado andamiaje recibe el nombre
de citoesqueleto, y sus elementos mayoritarios son: los microtúbulos, los
microfilamentos y los filamentos intermedios.
·
Microfilamentos: Los microfilamentos o filamentos
de actina están formados por una proteína globular, la actina, que
puede polimerizar dando lugar a estructuras filiformes. Dicha actina se expresa
en todas las células del cuerpo y especialmente en las musculares ya
que está implicada en la contracción muscular, por interacción con
la miosina. Además, posee lugares de unión a ATP, lo que dota a sus
filamentos de polaridad. Puede encontrarse en forma libre o polimerizarse
en microfilamentos, que son esenciales para funciones celulares tan
importantes como la movilidad y la contracción de la célula durante la división
celular.
Citoesqueleto eucariota: microfilamentos en rojo,
microtúbulos en verde y núcleo en azul.
·
Microtúbulos: Los microtúbulos son estructuras
tubulares de 25 nm de diámetro exterior y unos 12 nm de
diámetro interior, con longitudes que varían entre unos
pocos nanómetros a micrómetros, que se originan en los centros
organizadores de microtúbulos y que se extienden a lo largo de todo
el citoplasma. Se hallan en las células eucariotas y están
formadas por la polimerización de un dímero de
dos proteínas globulares, la alfa y
la beta tubulina. Las tubulinas poseen capacidad de unir GTP. Los
microtúbulos intervienen en diversos procesos celulares que involucran
desplazamiento de vesículas de secreción, movimiento
de orgánulos, transporte intracelular de sustancias, así como en la
división celular (mitosis y meiosis) y que, junto con
los microfilamentos y los filamentos intermedios, forman
el citoesqueleto. Además, constituyen la estructura interna de
los cilios y los flagelos.
·
Filamentos intermedios: Los filamentos intermedios son
componentes del citoesqueleto. Formados por agrupaciones de proteínas fibrosas,
su nombre deriva de su diámetro, de 10 nm, menor que el de
los microtúbulos, de 24 nm, pero mayor que el de
los microfilamentos, de 7 nm. Son ubicuos en las células animales, y
no existen en plantas ni hongos. Forman un grupo heterogéneo,
clasificado en cinco familias: las queratinas, en células
epiteliales; los neurofilamentos, en neuronas;
los gliofilamentos, en células gliales; la desmina,
en músculo liso y estriado; y la vimentina, en células
derivadas del mesénquima.
Micrografía al microscopio electrónico de
barrido mostrando la superficie de células ciliadas del epitelio de
los bronquiolos.
·
Centríolos: Los centríolos son una pareja de
estructuras que forman parte del citoesqueleto de células animales. Semejantes
a cilindros huecos, están rodeados de un material proteico denso
llamado material pericentriolar; todos ellos forman
el centrosoma o centro organizador de microtúbulos que
permiten la polimerización de microtúbulos de dímeros de tubulina que forman
parte del citoesqueleto. Los centríolos se posicionan perpendicularmente entre
sí. Sus funciones son participar en la mitosis, durante la cual generan
el huso acromático, y en la citocinesis, así como, se postula,
intervenir en la nucleación de microtúbulos.
·
Cilios y flagelos: Se trata de
especializaciones de la superficie celular con motilidad; con una estructura
basada en agrupaciones de microtúbulos, ambos se diferencian en la mayor
longitud y menor número de los flagelos, y en la mayor variabilidad de la
estructura molecular de estos últimos.
Ciclo
vital
Ciclo
celular
Diagrama del ciclo celular: la intefase, en naranja,
alberga a las fases G1, S y G2; la fase M, en cambio,
únicamente consta de la mitosis y citocinesis, si la hubiere.
El ciclo celular es
el proceso ordenado y repetitivo en el tiempo mediante el cual una
célula madre crece y se divide en dos células hijas. Las células que
no se están dividiendo se encuentran en una fase conocida como G0,
paralela al ciclo. La regulación del ciclo celular es esencial para el correcto
funcionamiento de las células sanas, está claramente estructurado en fases48
·
El estado de no división o interfase. La célula
realiza sus funciones específicas y, si está destinada a avanzar a la división
celular, comienza por realizar la duplicación de su ADN.
·
El estado de división, llamado fase M, situación
que comprende la mitosis y citocinesis. En algunas células la
citocinesis no se produce, obteniéndose como resultado de la división una masa
celular plurinucleada denominada plasmodio.
A diferencia de lo
que sucede en la mitosis, donde la dotación genética se mantiene, existe
una variante de la división celular, propia de las células de la línea
germinal, denominada meiosis. En ella, se reduce la dotación
genética diploide, común a todas las células somáticas del
organismo, a una haploide, esto es, con una sola copia del genoma. De
este modo, la fusión, durante la fecundación, de dos gametos haploides
procedentes de dos parentales distintos da como resultado un zigoto, un
nuevo individuo, diploide, equivalente en dotación genética a sus padres.
·
La interfase consta de tres estadios claramente
definidos.
·
Fase G1: es la primera fase del ciclo
celular, en la que existe crecimiento celular con síntesis
de proteínas y de ARN. Es el período que trascurre entre el fin
de una mitosis y el inicio de la síntesis de ADN. En él la célula dobla su
tamaño y masa debido a la continua síntesis de todos sus componentes, como
resultado de la expresión de los genes que codifican las proteínas
responsables de su fenotipo particular.
·
Fase S: es la segunda fase del ciclo, en la que se
produce la replicación o síntesis del ADN. Como resultado
cada cromosoma se duplica y queda formado por
dos cromátidas idénticas. Con la duplicación del ADN,
el núcleo contiene el doble de proteínas nucleares y de ADN que al
principio.
·
Fase G2: es la segunda fase de crecimiento
del ciclo celular en la que continúa la síntesis de proteínas y ARN. Al final
de este período se observa al microscopio cambios en la estructura celular, que
indican el principio de la división celular. Termina cuando los cromosomas
empiezan a condensarse al inicio de la mitosis.
·
La fase M es la fase de la división celular en la cual
una célula progenitora se divide en dos células hijas idénticas entre sí y a la
madre. Esta fase incluye la mitosis, a su vez dividida
en: profase, metafase, anafase, telofase; y
la citocinesis, que se inicia ya en la telofase mitótica.
La incorrecta
regulación del ciclo celular puede conducir a la aparición de células
precancerígenas que, si no son inducidas al suicidio
mediante apoptosis, puede dar lugar a la aparición de cáncer. Los
fallos conducentes a dicha desregulación están relacionados con la genética celular:
lo más común son las alteraciones en oncogenes, genes supresores de
tumores y genes de reparación del ADN.
Origen
: Origen
de la vida
La aparición de la
vida, y, por ello, de la célula, probablemente se inició gracias a la
transformación de moléculas inorgánicas en orgánicas bajo
unas condiciones ambientales adecuadas, produciéndose más adelante la
interacción de estas biomoléculas generando entes de mayor
complejidad. El experimento de Miller y Urey, realizado en 1953,
demostró que una mezcla de compuestos orgánicos sencillos puede transformarse
en
algunos aminoácidos, glúcidos y lípidos (componentes
todos ellos de la materia viva) bajo unas condiciones ambientales que simulan
las presentes hipotéticamente en la Tierra primigenia (en torno al eón Arcaico).
Se postula que dichos
componentes orgánicos se agruparon generando estructuras complejas,
los coacervados de Oparin, aún acelulares que, en cuanto
alcanzaron la capacidad de autoorganizarse y perpetuarse, dieron lugar a un
tipo de célula primitiva, el progenote de Carl Woese, antecesor de
los tipos celulares actuales. Una vez se diversificó este grupo celular,
dando lugar a las variantes procariotas, arqueas y bacterias, pudieron aparecer
nuevos tipos de células, más complejos, por endosimbiosis, esto es,
captación permanente de unos tipos celulares en otros sin una pérdida total de
autonomía de aquellos. De este modo, algunos autores describen un modelo
en el cual la primera célula eucariota surgió por introducción de una arquea en
el interior de una bacteria, dando lugar esta primera a un primitivo núcleo
celular. No obstante, la imposibilidad de que una bacteria pueda efectuar
una fagocitosis y, por ello, captar a otro tipo de célula, dio lugar
a otra hipótesis, que sugiere que fue una célula
denominada cronocito la que fagocitó a una bacteria y a una arquea,
dando lugar al primer organismo eucariota. De este modo, y mediante
un análisis de secuencias a
nivel genómico de organismos modelo eucariotas, se ha
conseguido describir a este cronocito original como un organismo con
citoesqueleto y membrana plasmática, lo cual sustenta su capacidad fagocítica,
y cuyo material genético era el ARN, lo que puede explicar, si la arquea
fagocitada lo poseía en el ADN, la separación espacial en los eucariotas
actuales entre la transcripción (nuclear), y
la traducción (citoplasmática).
Una dificultad
adicional es el hecho de que no se han encontrado organismos eucariotas
primitivamente amitocondriados como exige la hipótesis endosimbionte. Además,
el equipo de María Rivera, de la Universidad de California, comparando
genomas completos de todos los dominios de la vida ha encontrado evidencias de
que los eucariotas contienen dos genomas diferentes, uno más semejante a
bacterias y otro a arqueas, apuntando en este último caso semejanzas a
los metanógenos, en particular en el caso de las histonas. Esto
llevó a Bill Martin y Miklós Müller a plantear la hipótesis de que la célula
eucariota surgiera no por endosimbiosis, sino por fusión quimérica y
acoplamiento metabólico de un metanógeno y
una α-proteobacteria simbiontes a través del hidrógeno (hipótesis del
hidrógeno).68 Esta hipótesis atrae hoy en día posiciones muy
encontradas, con detractores como Christian de Duve.
Harold Morowitz, un
físico de la Universidad Yale, ha calculado que las probabilidades de
obtener la bacteria viva más sencilla mediante cambios al azar es de
1 sobre 1 seguido por 100.000.000.000 de ceros. «Este número es tan grande
—dijo Robert Shapiro— que para escribirlo en forma convencional
necesitaríamos varios centenares de miles de libros en blanco».
Presenta la acusación de que los científicos que han abrazado la evolución
química de la vida pasan por alto la evidencia aumentante y «han optado por
aceptarla como verdad que no puede ser cuestionada, consagrándola así como
mitología».
Referencias
https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9lula
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