La Investigación Histórica
Introducción
En el esfuerzo de conocer el pasado, los fines de los historiadores y los
alcances de su labor se han ido transformando a través del tiempo. Los
primeros escritores buscaban más los objetivos literarios que los
científicos, transmitieron leyendas, relatos épicos, hasta que los griegos
consideraron en la historia la posibilidad de buscar la verdad,
atribuyéndole un carácter más científico.
Los historiadores actuales tratan de recrear las experiencias pasadas de la
humanidad procurando no tergiversar los hechos y condiciones reales de la
época. Reúnen, examinan, seleccionan, verifican y clasifican los hechos de
acuerdo a normas específicas, y se esfuerzan por interpretarlos de
manera adecuada y presentarlos en exposiciones capaces de resistir la prueba
del examen crítico. La investigación histórica moderna representa una
búsqueda crítica de la verdad. El método histórico de
investigación puede aplicarse no sólo a la disciplina que
generalmente se denomina historia, sino también se puede emplear para
garantizar el significado y confiabilidad de los hechos pasados en las ciencias de
la naturaleza, el derecho, la medicina, la religión o
cualquier otra disciplina, puesto que cuando se aborda un estudio histórico, el
investigador se entrega a algunas actividades que son comunes a todos los
trabajos de investigación. Por lo general se consideran como etapas la enunciación
del problema, la recolección del material informativo, la crítica de los datos acumulados,
la formulación de hipótesis para explicar los diversos hechos o
condiciones y la interpretación de los descubrimientos y redacción del informe.
Desarrollo
La indagación histórica comienza cuando se pretende entender algún hecho, desarrollo o
experiencia del pasado, de tal modo que el investigador debe considerar la
naturaleza y los alcances de la interrogante cuya respuesta desea hallar.
Después de tener una noción general –inclusive confusa o vaga-, intenta aislar
cada uno de los elementos fundamentales que suscitan la incertidumbre, para
entonces formular un enunciado simple, claro y completo. Antes de continuar
verifica si el problema puede resolverse mediante métodos de
indagación y las fuentes de datos disponibles.
Es importante que el investigador obtenga los mejores datos disponibles
para resolver el problema, para ello al inicio del estudio se exploran los
vastos y variados testimonios de la actividad humana que proporcionan información acerca
de los sucesos pasados y entre ellos selecciona las pruebas que se
relacionan con su problema. Aunque se inicie buscando fuentes secundarias, su objetivo final
será el de localizar las fuentes de carácter primario. En consecuencia debe ser
capaz de distinguir entre ambos tipos de materiales y familiarizarse
con los procedimientos mediante los cuales es posible hallarlos.
Como el historiador no puede observar por sí mismo los sucesos pasados
procura obtener de las fuentes primarias las mejores pruebas disponibles: el
testimonio de testigos oculares de los hechos pasados o el de personas que
hayan oído hablar acerca de ellos, y los objetos reales que se usaron
en el pasado y que se pueden examinar de manera directa (con estas valiosas
fuentes es posible llegar a una comprensión del pasado de acuerdo a los
pensamientos y actividades de los hombres). Las fuentes primarias son los
materiales básicos de la investigación histórica, pero a veces el
historiador se ve obligado a recurrir a las fuentes secundarias, es decir que
debe servirse de la información que proporcionan las personas que no observaron
directamente el suceso, objeto o condición. Estos datos aparecen en las
enciclopedias, diarios, publicaciones periódicas y otros materiales de
consulta. Algunas informaciones incluidas en las fuentes secundarias se basan
en elementos de procedencia bastante remota. Cuanto mayor sea el número de
interpretaciones que se interpongan entre el suceso pasado y el lector, menos
confiable es su prueba, porque durante el proceso de la transmisión,
los hechos pueden sufrir sucesivas modificaciones y distorsiones. No siempre es
posible clasificar las fuentes de manera rigurosa, porque en el mismo informe
pueden aparecer informaciones de primera y segunda mano. El historiador
responsable tratará de obtener la información del testigo que se halle más
cercano a las condiciones o sucesos pasados, sin satisfacerse con el relato de
un periódico o una traducción. Debe atribuirle gran valor a
las fuentes primarias, ya que las secundarias deben inspirarle cierta
desconfianza, aunque le sean útiles: puede valerse de ellas para obtener una
visión global del campo del que forma parte su problema, acumular antecedentes
para su estudio y forjarse una idea general en el que deberá desarrollarse su
trabajo.
Las fuentes que usa el historiador son, en su mayoría, archivos preservados
con la intención de transmitir información. Hay diversos tipos de archivos de
ideas, condiciones y sucesos pasados, que se presentan de forma escrita,
pictórica y mecánica, como los archivos oficiales (documentos legislativos,
judiciales o ejecutivos, elaborados por los gobiernos federales, estaduales o
locales, tales como constituciones, leyes, cédulas, actas y decisiones
jurídicas; listas impositivas y estadísticas vitales; datos
conservados por las iglesias como actas de bautismos, casamientos, reuniones
parroquiales y registros financieros; información recopilada por los
departamentos federales y estaduales de educación, comisiones especiales, organizaciones profesionales,
consejos escolares o autoridades administrativas tales como minutas de las
reuniones, informes de comisiones, órdenes o directivas administrativas,
estudios de escuelas, informes anuales, presupuestos, cursos , horarios de clase,
listas de sueldos, registros de asistencia, archivos médicos, informe de accidentes y
registros atléticos), archivos personales (diarios, autobiografías, cartas,
testamentos, legados, escrituras, contratos, notas para conferencias
y borradores originales de discursos, artículos y libros),
tradiciones orales (mitos, leyendas populares, cuentos de familia,
danzas, juegos, ceremonias, relatos de sucesos formulados por testigos
oculares y grabaciones), archivos pictóricos (fotografías, películas,
microfilmes, dibujos, pinturas y esculturas), material de publicaciones
(artículos de diarios, folletos y publicaciones periódicas; trabajos literarios
y filosóficos) y archivos mecánicos (grabaciones de entrevistas y
reuniones, discos fonográficos).A veces el historiador no necesita recurrir a
los archivos e informes o de confiar en las palabras de terceros, porque puede
servirse de objetos procedentes del pasado. Estos restos o vestigios del pasado
que se conservan sin que exista la intención específica de transmitir hechos o
informaciones constituyen un testimonio inconsciente de los sucesos de la vida
de los pueblos: restos físicos (edificios, instalaciones, muebles, enseres,
vestimentas, utensilios, joyas y restos de esqueletos), material impreso
(libros, formularios de archivos, contratos, formularios de
asistencia, boletines de calificaciones y avisos de diarios), y material
manuscrito (manuscritos, dibujos y ejercicios de alumnos).Puesto que el
investigador puede examinar directamente los vestigios y restos, este tipo de
fuentes resultan más confiables que los archivos. No es posible clasificar las
fuentes de manera rigurosa, puesto que un determinado elemento puede ser
considerado tanto un archivo como un vestigio; ello depende de la
finalidad con que se lo emplee y de la intención de quien produjo el documento
o el vestigio.
Los ficheros y catálogos, los índices de publicaciones periódicas, las bibliografías,
las reseñas históricas, las disertaciones y las publicaciones que incluyen
informes sobre trabajos de investigación, proporcionan valiosos indicios en la
búsqueda preliminar de datos históricos. Por lo general la investigación suele
extenderse más allá de la biblioteca local, hacia otras instituciones y
personas especializadas que posean documentos comerciales, oficiales o privados
relacionados con el problema que se desea estudiar.
El historiador no presupone que un resto es genuino o que un archivo expone
con fidelidad los sucesos pasados. Por el contrario, examina cuidadosamente
cada uno de los elementos de que dispone y procura determinar qué grado de
confiabilidad posee. Una parte esencial de su trabajo consiste en verificar si
un documento contiene errores involuntarios o es un fraude deliberado.
Cualquier investigador que no adopte estas precauciones comete un grave error,
porque cuando la investigación se basa en fuentes poco confiables es trabajo
perdido. El historiador debe someter sus fuentes a una rigurosa crítica externa
e interna, a fin de proporcionar a la humanidad un relato verídico de los
sucesos pasados.
Mediante la crítica externa se verifica la autenticidad y la validez de un
documento o vestigio, es decir que comprueba si es lo que parece o dice ser, a
fin de determinar si puede considerárselo como prueba. Para descubrir los
orígenes de una fuente material se pregunta lo siguiente: cuándo o por qué fue
elaborado el documento, quién fue el autor o creador, si escribió el material
el autor a quien se le atribuye, si es ése el original o bien es una copia
exacta del trabajo del autor (y en su caso si es posible restaurar el texto original
del documento. Preguntándose infinidad de cuestionamientos se debe de
determinar cuándo, dónde y por qué fue producido un documento o vestigio y
verificar quién fue su autor. La determinación de la autoría es una prueba que
el historiador debe realizar con frecuencia, puesto que algunos documentos no incluyen
el nombre del autor, ocultan su identidad con un seudónimo, o bien
mencionan como autor a alguien que no tuvo en el trabajo ninguna
participación significativa. Para determinar la autoría es necesario un trabajo
riguroso de investigación para rastrear documentos anónimos y sin fecha,
descubrir falsificaciones o plagios, hallar elementos identificados de manera
incorrecta o devolver a un documento su forma original. Durante la búsqueda de
indicios se deben examinar atentamente los materiales de que se dispone y
preguntarse si son tópicos de otros trabajos del autor y del período en que fue
escrito el documento, el lenguaje, el estilo, la ortografía, el
manuscrito y la impresión de este último; si el autor manifiesta una ignorancia
impropia de un hombre con su formación cultural, si escribió sobre
sucesos, cosas o lugares que un hombre de su época no podía conocer, si alguien
alteró el manuscrito con o sin intención al copiarlo de manera incorrecta, o
bien agregando o eliminando pasajes; si se trata de un original o una copia del
trabajo del autor; si el manuscrito no tiene fecha o se desconoce al autor, si
hay algún indicio interno en el documento que revele su origen. .Al examinar un
documento o vestigio para determinar su autenticidad, es necesario poseer un
nutrido bagaje de conocimientos históricos y de carácter general. También se
debe tener un buen sentido de la cronología, una mente dúctil, sentido común,
capacidad para comprender el comportamiento humano y gran paciencia y
perseverancia. Para resolver ciertos problemas se debe contar con
ciertas nociones de filología, química, antropología, arqueología, cartografía,
numismática, arte, literatura y paleografía, además de conocer
diversos idiomas modernos y antiguos. Claro que el historiador no puede poseer
una formación ilimitada, pero sí una preparación especializada en las
disciplinas auxiliares que guardan relación estrecha con el problema de estudio.
Si no está capacitado para afrontar ciertos aspectos de la crítica textual,
deberá buscar ayuda de expertos competentes en ese campo.
Después de realizar la crítica externa de una fuente, es momento de
proceder a la crítica interna. La primera se refiera a la determinación de la
época, lugar y autoría del documento, y procura restaurar la forma original y el
lenguaje empleado por el autor. La crítica interna consiste en determinar
el significado y confiabilidad de los datos que contiene el documento. Para
verificar el contenido de una fuente, el historiador se pregunta qué quiso
significar el autor con cada palabra y cada expresión, y si son dignos de fe
sus asertos. La finalidad de la crítica interna consiste en determinar las
condiciones en que se produjo el documento, la validez de las premisas intelectuales sobre
las que se basó el autor y la interpretación correcta de los datos. La tarea de
determinar con exactitud el significado de una expresión, término técnico o
palabra arcaica es sumamente compleja y requiere considerables conocimientos de
historia, leyes, costumbres e idiomas. Es más fácil leer un documento "con
los ojos del autor", si se está familiarizado con el ambiente geográfico,
social, religioso y económico en que aquél vivió. Si un investigador conoce el
motivo que indujo al autor a redactar un informe, se halla en condiciones de
interpretar con más exactitud el significado de este último. Cuando dispone de
tales informaciones, el investigador puede determinar si el autor escribe
seriamente, con humor, con ironía, o de manera simbólica. También le será
posible decidir si el autor expresa sus verdaderos sentimientos o emplea frases
piadosas, gentiles o convencionales, para agradar al público. Siempre
que se realiza la traducción de un documento histórico o la realiza +él mismo,
debe cerciorarse de que aquélla tenga el mismo significado que el original. El
historiador debe mantener su escepticismo con respecto al contenido de una
fuente hasta que pueda cerciorarse de que el autor se hallaba en condiciones de
expresar la verdad y deseaba hacerlo. Para realizar esta indagación, se
pregunta si otras autoridades en la materia consideran al autor como
un observador competente y confiable; si contaba con los medios, la
preparación técnica y las condiciones necesarias para observar los hechos
acerca de los cuales pretende informar; si es posible que factores tales como
las tensiones emocionales, la edad o el estado de salud ocasionaran
errores en sus observaciones o inexactitudes en su informe; si se basan sus
informaciones en la observación directa, en relatos ajenos o en otras
fuentes; si redactó el documento en el momento en que realizó la observación o
lo hizo semanas o años más tarde; si lo redactó sobre la base de notas tomadas
cuando efectuó sus observaciones o apeló a su memoria; si tenía prejuicios
con respecto a algún país, región, raza, religión, persona, partido
político, grupo social o económico, organismo profesional, período
histórico, método de enseñanza o filosofía educacional, que
pudieran ejercer influencia sobre su trabajo; si financió alguien su labor de
investigación, con la esperanza de obtener un informe favorable a una causa
determinada; si el autor trabajó en condiciones económicas, políticas,
sociales o religiosas que pudieran hacerle ignorar, interpretar incorrectamente
o tergiversar ciertos hechos; si fue su trabajo motivado por la malicia, la
vanidad o el deseo de justificar sus actos; si su objetivo consistió en lograr
la aprobación de las generaciones venideras o en agradar u hostilizar a algún
grupo; si distorsionó o embelleció los hechos para obtener mejores efectos
literarios; si existen contradicciones en su trabajo, y; si coinciden con su
informe los escritos de otros observadores idóneos de distintos antecedentes.
En muchos casos los investigadores emiten juicios personales, al evaluar
los documentos y rastros. Son de considerarse algunas sugerencias de Woody como
guía general: Es necesario no tratar de hallar en los documentos antiguos
conceptos que corresponden a tiempos posteriores; no se debe suponer que el
hecho de que un autor no mencione ciertos sucesos implica que no los conoce (el
argumento del silentio), o que no han ocurrido; subestimar una
fuente es tan erróneo como atribuirle un valor del que carece, y no es mejor
situar un suceso en una época anterior a aquélla en que efectivamente se
produjo, que ubicarlo en un momento posterior a aquél en que ocurrió; una sola
fuente verídica puede servir para confirmar la existencia de una idea pero,
para poder probar la realidad de los sucesos o hechos objetivos, se
requieren otros testigos directos, idóneos e independientes; la presencia de
errores idénticos prueba que las fuentes dependen una de otra, o que derivan de
una fuente común; si los testigos se contradicen en un punto, uno u otro pueden
estar en lo cierto, pero también es posible que ambos se equivoquen; las
declaraciones de los testigos directos, idóneos e independientes, que informan
acerca del mismo hecho fundamental y también sobre algunos incidentes
colaterales, pueden aceptarse en aquellos puntos en los que concuerdan; el
testimonio oficial, oral o escrito, debe compararse, siempre que sea posible,
con el que procede de las fuentes extraoficiales, porque ni uno ni otro son
suficientes por sí mismos; un documento puede proporcionar pruebas confiables
sobre ciertos puntos y, sin embargo, carecer de valor con respecto a otros.
Los historiadores no reúnen documentos y restos de manera azarosa para
someterlos luego a una intensa crítica y presentar al público una masa de
hechos (nombres, sucesos, lugares y fechas) como si fueran las cuentas de
un collar. Las informaciones parciales que no guardan entre sí relación alguna,
no permiten lograr un significativo avance del conocimiento. Aunque los
estudiosos agrupen los hechos y luego organicen las diferentes categorías en un
orden lógico, no podrán sino ofrecer una narración inconexa en la que los
diversos sucesos quedarán sin explicación. Los hechos aislados carecen de
significado, y en consecuencia los investigadores no pueden limitarse a
describirlos y clasificarlos según sus características superficiales. Para
elaborar trabajos valiosos proponen distintas hipótesis que expliquen los
sucesos y condiciones. Buscan conexiones ocultas, pautas fundamentales o los principios
generales y, de esa manera, procuran explicar o describir las interrelaciones
estructurales que existen entre los fenómenos. Después de formular las
hipótesis, buscan las pruebas que las confirmen o las refute.
Una vez que han completado los descubrimientos, los historiadores redactan
los informes en los que exponen el desarrollo de sus trabajos de manera
organizada. La exposición incluye el enunciado del problema, una
reseña de la literatura utilizada, los supuestos básicos de la hipótesis, la
formulación de ésta, los métodos que se emplean para ponerla a prueba, los
resultados que se obtienen, las conclusiones que se obtienen, las conclusiones
a que se llega y la bibliografía. La hipótesis ayuda al historiador a
determinar cuáles son los aspectos importantes para el estudio y proporciona
una estructura que permite exponer las conclusiones de manera
significativa. Dentro del marco de la hipótesis, el historiador organizará su
material según un orden sistemático que puede ser cronológico, geográfico,
temático, o bien una combinación de ellos. También deberá decidir qué grado de
importancia otorgará a las diversas pruebas y qué espacio les concederá en su
informe. Si se expusiera la totalidad de los hechos, se ofrecerá una imagen
distorsionada del pasado. Para determinar cuáles son los datos más
significativos y cuántos de ellos deben incluirse en la exposición final, es
necesario efectuar una reevaluación de la hipótesis y de todo el estudio. La
organización de los datos debe ser coherente, organizada y amena, para que
aparte de lograr precisión también despierte el interés en el lector,
mediante un elevado nivel de calidad literaria, evitando embellecer
las narraciones con digresiones dramáticas que distorsionen la verdad.
Desarrollando las habilidades creativas y críticas, el historiador puede
aprender a redactar narraciones lúcidas, lógicas y llenas de vida, sin violar
la rigurosidad del trabajo.
En el entendido de que el historiador sólo puede ofrecer una imagen
fragmentaria del pasado, y de que el conocimiento histórico es parcial sobre la
base de conjeturas, se puede determinar en qué medida la historia representa
con exactitud la realidad pasada. La investigación histórica tiene carácter
científico, dentro de ciertos límites: las conclusiones a las que llega un
historiador pueden ser verificadas por otros estudiosos puede formular
hipótesis, reúne y analiza pruebas importantes para cerciorarse de que su
hipótesis proporciona una explicación más satisfactoria que la ofrecida por las teorías
opuestas; se sabe que cada suceso depende de sus causas, de sus condiciones
para que aquél se produzca; el historiador trata e seleccionar las condiciones
que probablemente precipitaron un suceso procura comprobar si una o más de ella
pueden haberlo originado. El historiador nunca tendrá la seguridad de
haber tomado en cuenta todos los factores pertinentes, puesto que los hechos
históricos tienen un complejo esquema de interacción de los
fenómenos, porque no obedecen a una única causa. La investigación histórica no
puede probar sus hipótesis mediante la experimentación o la observación
controlada, no puede recrear personalidades ni condiciones que ya no existen
con el propósito de examinarlas y estudiarlas controlando todos los factores
importantes; los historiadores limitan sus exámenes a los datos de que disponen
e intentan obtener una mejor comprensión de ellos mediante comparaciones
históricas y construcciones hipotéticas, comparan y contrastan un suceso con
otros similares para identificar semejanzas y diferencias: la autenticidad y
confiabilidad de las fuentes históricas dependen del sometimiento riguroso a la
crítica externa y a la interna de las fuentes, y del grado de información
obtenida respecto del pasado y el presente para la reconstrucción de los
sucesos. A través de una amplia comprensión del pasado y del presente es
posible que el investigador no distorsione o interprete erróneamente las
pruebas importantes, y es más probable que elabore un relato acorde a los
sucesos del pasado. El historiador no busca formular generalizaciones como en
las ciencias naturales, sino identificar los factores singulares asociados
con un determinado fenómeno y gracias a los cuales éste se diferencia de otros
sucesos, con la posibilidad de proporcionar un conocimiento para elegir cursos
de acción alternativos en los quehaceres humanos, mostrar indicios de
comportamientos que anticipen ciertos acontecimientos de acuerdo al proceder
análogo entre el hombre del pasado y el hombre del presente.
La investigación histórica trata de la experiencia pasada, describe lo que
era y representa una búsqueda crítica de la verdad que sustenta los acontecimientos
pasados. El investigador depende de fuentes primarias y secundarias las cuales
proveen la información y a las cuáles el investigador deberá examinar
cuidadosamente con el fin de determinar su confiabilidad por medio de una
crítica interna y externa. En el primer caso verifica la autenticidad de un
documento o vestigio y en el segundo, determina el significado y la validez de
los datos que contiene el documento que se considera auténtico.
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